¿Un cura ladrón?

Las tácticas utilizadas por Don Bosco para atraer a los jóvenes hacia Dios, eran muy variadas, por ejemplo: solía recorrer las plazas y calles vecinas a su oratorio, donde muchos grupos de jóvenes jugaban a las cartas en la vereda. Se repartían las cartas y el dinero puesto en el centro lo colocaban sobre un pañuelo.

Don Bosco, estudiaba bien la situación, luego tomaba en un movimiento rápido el pañuelo y salía corriendo. Los jóvenes sorprendidos se ponían de pié y corrían tras él gritando:

-¡El dinero! ¡Devuélvanos el dinero!

De todo habían visto esos muchachos, menos un cura ladrón. Don Bosco corría hasta el oratorio, mientras gritaba:

-Se los doy si me atrapan. ¡Vamos corran!

Cruzaba el portón del oratorio, la puerta de la capilla y los jóvenes corrían detrás. Para esa hora Don Cárpano o Don Borel estaban en el púlpito, predicando a una multitud de muchachos apretujados y comenzaba una nueva escena.

Don Bosco fingía ser un vendedor ambulante y con la mano levantada mostrando el pañuelo gritaba:

-¡Turrones, turrones! ¿Quién compra turrones?

El predicador fingía perder los estribos:

-¡Fuera de aquí, bribón! ¡No estamos en la plaza!

El dialogo continuaba y los muchachos se reían a más no poder. Los recién llegados al oír todo aquello quedaban desconcertados ¿Dónde nos hemos metido?

Mientras tanto los dos contendientes seguían con las alegres ocurrencias, chistes y llevaban la discusión a temas como el juego con dinero, las blasfemia, la satisfacción de vivir en amistad con el Señor y más.

Los que venían detrás reclamando el dinero terminaban por reírse e interesarse en la charla y entonces luego de cantar la Letanías y de la Bendición; Don Bosco les devolvía el dinero, añadiendo la merienda y a cambio les hacía prometer que en adelante irían a jugar allí, en el oratorio.

Sin dudas, para aquella época, y creo que aún para esta, hacer cosas como esas, en la Casa de Dios, un sacerdote y demás, para muchos es un horror y no es propio del lugar ni de la persona. Don Bosco sabía perfectamente como romper las estructuras sin llegar a la falta de respeto o cualquier otra cosa que pueda decirse.

Juan Pablo II también marcó una forma muy diferente de llevar el Evangelio al mundo entero y eso le costó no pocas críticas, más allá de los que aplaudieron su estilo.

Hoy leyendo el Evangelio (San Marcos 2, 18-22) encontramos nuevamente como ayer que los fariseos le reclaman a Jesús porque sus discípulos no “mantiene las formas” y Él les responde con una frase que suele repetirse muchas veces: “El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado…” es decir que a Dios le importamos nosotros y no que seamos tan formales que terminemos por perderlo de vista a Él por mantener una estructura.

Por supuesto, tampoco se trata de caer en la libertad que en realidad es libertinaje, si hacemos un rápido repaso de la vida de Jesús, desde su nacimiento y hasta su muerte siempre respetó y cumplió con las leyes: fue presentado en el templo al nacer, fue bautizado por Juan, iba al templo a orar y a Jerusalén para la pascua, etc. pero siempre buscando ha Dios y tratando de llevar a todos hacia Él.

Hoy al reflexionar sobre este pasaje, recordé la anécdota de Don Bosco porque me imagino como decía, que en aquella época y en esta muchos seguirán pensando que es más importante mantener las distancias con algunos, respetar las formas y estructuras, que acercarse a quien necesita saber de Dios, o buscar nuevas formas de llevar la Buena Noticia a quienes en principio parecen no estar interesados en escucharla.

Señor, que al igual que Don Bosco y muchos otros, sea capaz de llevar el Evangelio a esos lugares donde quieras enviarme, siempre con la frescura que allí haga falta y sin caer en la falta de respeto por las cosas que realmente son sagradas.

También dejo aquí el vínculo a una parte de la película de Don Bosco donde queda clara la forma en que trabajaba en las calles.

http://www.youtube.com/watch?v=oLa8jUTctTA&feature=more_related

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